Jueves, 19 de diciembre de 2024. Me encuentro en compañia de mi madre en el museo Miró. Poca gente, brilla un sol radiante en el cielo, frío,…Un gran día para ver la exposición de Miró – Matisse. Después de revisar las primeras salas nos acercamos a la sala donde cuelga el gran tapiz que Royo realizó en colaboración con Miró (no sé si debería decirlo al revés). Saliendo de la sala nos para una mujer extranjera y nos pregunta en inglés si puede hacernos una pregunta. Pensando que sería del tipo «sabe dónde está el baño?» o bien «dónde está el punto de información», o bien «qué significa tal cosa u otra?» nos hace la pregunta que TODO el mundo se ha hecho (y por lo visto se hace) acerca de ciertos movimientos artísticos: «me podrían decir por qué estos cuadros tienen tanto valor si parece que mi hija (allí presente) pudiera hacerlo en una aburrida tarde de lunes después de clase?».
Entiendo la pregunta e intentamos explicarle la importancia de Miró (quizá tiene alguna razón lógica y razonable por la cual necesita que alguien le explique el significado de las obras arte…). Más allá de pensar el por qué esta señora nos pregunta a nosotros y no a alguna de las mil páginas web / video de youtube / mini tutorial sobre el surrealismo, etc. le intentamos mostrar una pincelada de la importancia de Miró (no sé si lo conseguimos).
Esto me lleva pensar en la volatilidad del conocimiento cuando éste no se cultiva. Al igual que un huerto o un jardín, si uno no trabaja diariamente pensando a corto, medio y largo plazo, si no estudia (aceptamos leer como «animal de compañia»estudiar», ya me valdría) con regularidad las otras hierbas que no tenías planeado que salieran entre tus plantas acabaran por colonizar el espacio y eviataran que el humus que pacientemente otras personas han colaborado a hacer, las semillas que personas expertas te han recomendado y explicado cómo crecen acaben perdiéndose entre la maleza. ¿Es mala entonces la maleza? No, no tiene por qué, pero en un jardin botánico (por poner un ejemplo) la maleza no ayuda, distrae. Aquí pasa lo mismo. Nos hemos distraído con maleza que puede que tenga un cierto valor ornamental (no lo niego) pero que nos aleja en ciertos momentos de aquello que alguien durante años (aquí habría que sumar los años de sus maestros, educadores, etc) tan pacientemente ha contribuido a que las obras de arte tengan la importancia que les damos hoy.
Hoy en día tenemos la mayor información sobre arte y cultura en nuestro bolsillo pero no lo utilizamos como es debido. Sabemos más sobre un youtuber que es experto en hacer videos sobre gilipolleces que sobre alguien que cambió la historia del arte o consiguió que miles de generaciones futuras entiendieran que se podían expresar libremente utilizano una tela, pintura y pinceles.
No culpo a la señora que vino a preguntarnos por realizar esa pregunta. Es una pregunta que todo el mundo se la ha hecho (y quien diga que no miente). La culpo simbólicamente (nos deberíamos culpar como sociedad) por estar en una deriva (sopaboba diría mi padre) donde frente a una situación de desconocimiento sólo utilice el teléfono móvil para hacer fotos de los cuadros QUE NO ENTIENDE en vez de sentarse a leer uno de los miles de manuales express que hay en internet para que le ayuden a entender lo que está viendo a pocos metros.
Nos hundimos y no se ven islas cercanas donde naufragar (J. Sabina sabe decirlo mucho mejor, seguro).
una canción: Andy Warhol David Bowie, 1971, LP Hunky Dory