La sequía como revulsivo

En Catalunya nos acercamos al día 1 de febrero de 2024, día en el que se aplicará el decreto de sequía en toda la comunidad autónoma. Es un día importante porque entraremos en estado de emergencia. Eso significa que los consumos de agua de industria, vivienda, comercios, instalaciones públicas (colegios, hospitales, centros deportivos, etc) entraran en una fase de restricción.

¿Hemos hecho algo mal? Quizá sí, siempre se pueden hacer mejor las cosas, pero ponernos a buscar culpables ahora no traerá más agua a las cuencas internas, pero sí nos permitirá delimitar los problemas para poder poner una solución en un futuro (a corto plazo por favor!).

Descartada la opción de que llueva más (no lo podemos controlar) hay que buscar otras opciones más realistas. Se habla de traer agua en barco (no lo veo factible porque sólo afectará a las poblaciones más cercanas a puertos y con la infraestructura preparada para inyectar agua en la red (depósitos de almacenaje cerca del punto de descarga, equipos de bombeo, etc) y el coste puede ser elevado. La alternativa a corto-medio plazo puede pasar por la creación de una red en anilla que conecte zonas con «excedente» de agua a las redes deficientes. En paralelo es necesario garantizar que la entrada de agua sea independiente del clima (aquí se puede abrir un melón complejo) y garantizar que, llueva o no, llegue agua a las viviendas, industria, etc.

Las desalinizadoras parecen, a priori, las mejores alternativas por disponer de materia prima en cantidad (agua de mar) tanto para abastecer el mercado más cercano como para enviar excedentes a zonas con deficiencia. Durante años estas instalaciones han estado trabajando muy por debajo de los ratios de eficiencia mínima con la excusa que salía más barato pagar el agua proviniente de embalses y tratarla que no utilizar agua desalinizada. Quizá sea cierto y tiene su lógica pero en vez de buscar sistemas para abaratar ese coste o preparar la instalación para futuras emergencias (interconexión de zonas) se priorizó seguir con el agua en embalses y fiar la suerte al tiempo (climático).

A toro pasado tod@s somos sabi@s, lógico. No es cuestión de lanzar reproches a diestro y siniestro sino de buscar soluciones. El mejor momento era hace unos años, el segundo mejor momento es este. Pero como siempre ocurre, acabará llegando el agua en buques (con el precio del litro de agua a precio de aceite), en unos meses empezará a llover y todo, como el lodo acumulado en el capó de un coche sucio, se diluirá y ya nadie se acordará. Triste pero real. Quizá sería bueno que esta crisis durara lo suficiente para hacernos más conscientes de la problemática que se nos viene encima (acabaremos pagando el agua mucho más cara que la electricidad) y que pongamos soluciones con vistas a largo plazo.

La solución REAL está en nuestras manos. Acabaremos llevando imágenes de vírgenes y santos a iglesias, a ermitas, al centro del pueblo pero eso no hará que llueva…Hagamos que el agua de mar desalinizada entre a la red de distribución y los actos de fe que se queden en el ámbito personal. Tenemos la oportunidad de ser independientes en suministros (agua en este caso y también en electricididad con el uso de fotovoltaicas y resto de energía renovables y no tan renovables -energia nuclear-). Aún estamos a tiempo.